ALISTAMIENTO DEL SOLDADO LEGIONARIO (ÉPOCA IMPERIAL)
Autor del Artículo: José Torres – Fotografías cedidas para este artículo, pertenecientes a la Asociación Cultural y Recreación Histórica Mos Religiosvs
Pertenecer al ejército romano constituía una atractiva oportunidad de fama, botín y gloria, bajo un juramento, se ofrecían a dar su vida por el estado y su Emperador. Ser ciudadano romano y poseer una salud de hierro, eran algunos de los requisitos para incorporarse a filas.
El reclutamiento romano se dividía en tres clases:
Los Voluntarios (voluntarii): Esta clase de reclutamiento pasaba por distintos altibajos según en el momento en que se encontraba el Imperio, como era lógico, abundaban más candidatos en tiempos de calma o en campañas donde el botín fuera sustancioso, por el contrario en momentos de campañas largas y arriesgadas el voluntariado era escaso.
Lecti (obligatorios): Este era un sistema con menos popularidad de entre los reclutas, se trataba simplemente de reclutar soldados de forma obligatoria, (la Leva) como era llamada. La incorporación a filas de forma forzosa, era recurrida en tiempos de crisis en el que el ejercito necesitaba efectivos para preservarse de algún desastre militar o para reforzar las legiones diezmadas en batalla. Estas levas eran dirigidas y supervisadas por oficiales o en su caso por las autoridades locales pertinentes.
Sustitutos (vicarii): Se trataban de soldados no ciudadanos reclutados en época de crisis, se dieron este tipo de casos en que el Estado romano por necesidad se vio obligado a introducir en las filas del ejército a hombres de bajo status social (libertos, esclavos, mercenarios…) para reforzar sus legiones.
Habitualmente en su mayoría, los reclutas procedían de las regiones rurales del Imperio, asimismo y aunque en menor medida provenían de los centros urbanos, esto se debía a que el ejército prefería que sus filas se nutriesen con soldados provenientes del campo, estos estaban acostumbrados al trabajo duro y a la falta de comodidades, condiciones con las que se topaba el soldado romano con más frecuencia en el ejército. Asimismo, los reclutas provenientes del campesinado no necesitaban un excesivo entrenamiento físico, por el contrario los llegados de centros urbanos necesitan una formación extra. El ejército romano conservaba el ideal de tiempos anteriores cuando el campesino, soldado rudo y corpulento, cerraba filas como un sólido muro de escudo como en las formaciones Hoplitas de antaño.
La edad de reclutamiento oscilaba entre los 17 y 46 años, aunque en su mayoría los reclutas estaban entre las edades de 17 y 23 años, se tiene constancia de reclutas jóvenes con edades de 13 y 14 años, y de edades más maduras de 36 años.
La Provatio
Era obligatoria tanto para los reclutas como para los oficiales. La Provatio se fundamentaba en la revisión de aspectos necesarios para el reclutamiento.
Se basaban en exámenes físicos, para certificar la buena salud y vitalidad del recluta, asimismo se comprobaba la vista y la talla para determinar si se cumplían los requerimientos establecidos, también se comprobaba el intelecto del recluta, era necesario conocer el latín, por el hecho que las ordenes de mando se trasmitían en esta lengua, en algunos casos y por el cargo que debían desempeñaban dentro de la legión, era ineludible saber leer, escribir y contar. Además se comprobaba el aspecto jurídico del individuo, si procedía de familia ilustre podía optar al centurionato, si era ciudadano romano se le enviaba a la legión, y si procedía de familia extrajera era enrolado a las unidades de auxilias.
Los requerimientos a la hora de poder alistarse en el ejército romano, eran rigurosos y vigilados con el fin de disponer de reclutas afines al perfil de la perfecta máquina de guerra romana.
Aunque en ocasiones estos aspectos fueron obviados en momentos de crisis, el reclutamiento seguía unas pautas estrictas.
He aquí un ejemplo de determinación en cuanto al reclutamiento indebido. Tanto si la falta fue cometida por el reclutado, como por segundas personas, el castigo era severo para ambas partes.
Gayo Plinio (gobernador de Bitinia, en Asia menor) al Emperador Trajano:
Sempronio Celiano, joven distinguido, me ha enviado dos esclavos que habían sido encontrados entre los reclutas, cuyo castigo he aplazado para poder consultarte a ti, fundador y sostén de la disciplina militar, sobre la naturaleza de su pena. Mi duda se basa sobre todo en el hecho de que, si bien ya habían presentado juramento militar, no obstante no habían sido asignados a ninguna unidad. Por ello te ruego, señor, que me indiques qué regla he de seguir, sobre todo porque se trata de establecer un precedente.
Trajano a Plinio: Sempronio Celiano ha actuado conforme a mis instrucciones al enviarte a ti los individuos sobre los que era necesario decidir en un procedimiento judicial si parecía que habían merecido la pena capital. Pero es importante saber si se han presentado como voluntarios, si han sido reclutados o incluso si han sido ofrecidos como sustitutos (en situación de respectivos conscriptos). Si han sido reclutados, el error está en el reclutamiento; si han sido ofrecidos como sustitutos, son culpables quienes los han ofrecido; si se han presentado por propia iniciativa, puesto que tenían conocimiento pleno de su condición, habrán de ser ejecutados. No importa mucho, en efecto, que aún no hayan sido asignados a unidades, pues el día en el que fueron aceptados por primera vez debió hacer una declaración veraz sobre su origen.
Plinio el joven, cartas a Trajano
Ser ciudadano romano.
Solo eran admitidos los barones con condición de ciudadano romano, en caso de proceder de una familia de desplazados podían acceder a las filas del ejército alistándose en unidades auxiliares.
Estar soltero.
Otro de los requerimientos para ingresar a filas, era la de la soltería, en el ejército romano estaba vetado el matrimonio. Estudios arqueológicos demuestra la controversia en este punto, ya que se ha descubierto que durante las largas campañas, los soldados establecían relaciones, que acababan en matrimonio e incluso con hijos.
Gozar de buena salud y un buen físico.
<<Por tanto, que el adolescente elegido para desempeñar una actividad marcial sea despierto y posea un cuello firme, amplio pecho, hombros musculosos, fuertes brazos y largos dedos; que sea de estomagó pequeño y nalgas finas, y de pies y piernas no hinchados por la grasa, si no firmes y musculosos.>> Vegecio
A la hora del reclutamiento, se pretendía que los candidatos gozaran de buena salud, exentos de enfermedades y cualquier inconveniente físico.
El oficio que desempeñaba el recluta también podía concretar ciertas cualidades respecto a su vitalidad, un trabajo que requiriese mayor empleo de la fuerza era bien considerado como prueba de un perfil físico apto para el servicio.
Tener buena vista también era requisito imprescindible para ser admitido.
Una muestra de la importancia que se le daba a una buena visión, es este documento donde se exime del servicio a un legionario por problemas de vista.
Trifón, hijo de Dionisio […] eximido por Cneo Vergilio Capito […] por ser corto de vista como consecuencia de una catarata. Examinado en Alejandría. Certificado fechado el decimosegundo año del reinado de Tiberio Claudio César Augusto Germánico, el día 29 del mes de Pharmouthi.
Documento de exención del servicio militar fechado el 24 de abril del 52 D.c.
La altura era un factor que se tenía en cuenta, la medida estándar oscilaba en unos cinco pies romanos, 1,70cm aproximadamente, y la talla mínima entre 1,65cm, aunque no era determinante, ya que un hombre sin la altura reglamentaria, pero gozando de una buena corpulencia, bien podía ser aceptado en el ejército.
Estar fuera de cargos
Resultaba tentador alistarse para ocultar ciertos delitos o crímenes graves cometidos, si esto era descubierto se llevaba a cabo la expulsión inmediata del cuerpo.
Disponer de una carta de recomendación
Esta sin duda era la mejor manera de obtener un sitio en el ejército, una carta de recomendación alabando las cualidades del aspirante, redactada por algún oficial o personalidad ilustre, era la manera más idónea de ser reclutado.
El Juramento
El juramento era el último de los pasos que el recluta debía realizar para consagrarse al ejército, por lo general se realizaba al cuarto mes después de la Provatio, el juramento se prestaba ante los dioses y el Emperador y se consideraba un rito religioso que vinculaba al soldado con el estado y con el Emperador, a sí mismo el juramento comprometía al soldado a mantenerse firme bajo cualquier situación en el campo de batalla, obedeciendo a sus oficiales y protegiendo a sus compañeros en cualquier situación de combate.
El Juramento implicaba la obediencia de legionario hacia el comandante al mando.
<<obedecerás las ordenes con entusiasmo y sin vacilar. Renunciaras a la protección de la ley civil romana y reconoces el poder de tus comandantes de matarte sin juicio por desobediencias o deserción. Prometes servir bajo los estandartes durante tu periodo de servicio y no abandonarlo hasta que tu comandante te releve. Servirás a Roma con lealtad, incluso a costa de tu propia vida, y respetaras la ley en lo que respecta a los civiles y a tus comandantes en el campamento.>>
Y después un segundo juramento hacia los compañeros de armas.
<<Jamás abandonare a los camaradas para salvar mi vida, jamás abandonare el puesto en la línea de batalla, excepto para recoger un arma, atacar al enemigo o salvar a un compañero de armas>>
Una vez cumplimentado todos los requisitos, se les enviaba a sus respectivas unidades, a estos soldados se les entregaba el Signaculum, una tablilla la cual identificaba al soldado, esta iba introducida en una bolsita que iba colgada al cuello.
A su vez se reconocía al individuo, de forma que se inscribía su nombre junto a cualquier característica identificativa para que pudiera ser reconocido en cualquier circunstancia.
Una vez identificado y destinado a la que iba ser su unidad, el estado ofrecía a cada recluta el Viaticum, un pago para los desplazamientos de destino donde se encontraban los acuartelamientos de instrucción. Este pago era de tres monedas de oro cuyo valor eran de 75 Denarii.
He aquí una copia sobre las características de seis reclutas ya aceptados para inscribirse en una cohorte.
Copia C Minucius Italus a Celsianus
C. Veturuis Gemellus – 21 años – sin marcas distintivas.
C. Longinus Priscus – 22 años – cicatriz en la ceja izquierda.
C. Julius Maximus- – 25 años – sin marcas distintivas.
Julius Secundus – 20 años – sin marcas distintivas
C. Julius Saturninus – 23 años – cicatriz en la mano izquierda.
M. Antonius Valens – 22 años – cicatriz en el lado derecho de la frente.
Recibida el 24 de febrero del 103 D.c. a través de Priscus, Singularis.
Avidus Arrianus, Cornicularis de la Cohors III Ituraeorum, constata que la carta original esta en la oficina de registro de la Cohorte.
En resumen, el sistema de reclutamiento seguía unas pautas muy estrictas en la elección de los reclutas, aunque sin embargo en situaciones de crisis se tuvo que permitir ciertas licencias dentro del sistema burocrático de selección. Aun así el sistema administrativo del ejército permitía un reclutamiento bastante ordenado e inspeccionado en todas las provincias del Imperio.
Referencias literarias:
El ejército de Cesar Augusto, de Ross Cowan.
Las Legiones, de Ross Cowan.
Legionario, el manual del soldado romano, de Philip matyszak.
El ejército romano, de Yann le Bohec.